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EL TÍVOLI Y SU ÚLTIMA TANDA

El Teatro Tívoli y su última tanda de lujuria.


El 13 de octubre de 1963 el Teatro Tívoli daba su última función, antes de ser demolido por el llamado “Proyectazo” que implicó la prolongación del Paseo de la Reforma en los años 60s, aunque se planeó desde 1950 bajo el gobierno de Miguel Alemán.


El ingeniero Luis Ángeles, subdirector de la Comisión de Planificación del entonces Distrito Federal, presentó una serie de reformas a la zona central de la ciudad, que incluían prolongar al norte las calles de 20 de noviembre y San Juan de Letrán (Eje Central Lázaro Cárdenas) al sur Pino Suárez y al Noreste el Paseo de la Reforma.


El teatro Tívoli, se ubicaba en la calle de Libertad muy cerca de la ahora glorieta del Gral. San Martín, (Sobre Reforma); fue un teatro de burlesque inaugurado el 12 de septiembre de 1946 por el cómico Manuel Medel y su esposa la vedette Rosita Fornés, que hiciera inmortales, canciones como “Qué te pedí” y “No puedo ser feliz”.


El Tívoli presentaba espectáculos cómicos atrevidos y las bailarinas mostraban sus cuerpos apenas cubiertos con poca ropa. Era un teatro de mucha tradición y además muy conocido, tanto qué, en los clásicos juegos de futbol americano entre Poli y Universidad, de esos años, cuando salían las porristas de la Universidad, con falditas cortas, el grito unánime de la tribuna burra era: Tívoli, Tívoli, Tívoli.


Anterior a ser sede de la lujuria citadina, donde llegó a haber más de 100 mujeres en escena apenas vestidas, y donde el público se deleitaba la pupila mientras ampliaba y actualizaba su repertorio de albures, el Tívoli fue la Arena De Box y Lucha, de la Calle de Libertad, corazón de Peralvillo.


En sus años de gloria (fines de 40 y 50s) llegó a tener elencos de moda y de primera como Pedro Infante, Blanca Estela Pavón, Libertad Lamarque, Los Panchos, Oscar Pulido, Lilia Prado, Ninón Sevilla, Rosa Carmina, Katy Jurado, Olga Guillot, Toña la Negra, Agustín Lara, Néstor Meza Chaires, Rosita Quintana, Roberto Soto "El Panzón Soto", con las orquestas de Gonzalo Curiel y Luis Arcaraz.


A pesar de su éxito y fama, el Tívoli fue muy criticado por sus condiciones de acústica, visibilidad, salubridad y comodidad, aunque su programación cumplía ampliamente las expectativas de su público siempre ansioso de diversión.


Pese a ello, se puede decir que se trataba de un espectáculo de burlesque si no fino, si muy profesional, donde el compañerismo y el respeto por el cuerpo y el trabajo de los demás no tenía prejuicios ni sesgos tan sexistas y discriminatorios, y poseía más un discurso que socialmente tenía una función y que no degradaba a los miembros de su gremio.


Después de todo, una de las principales cualidades del cabaret es que éste siempre debe perseguir un compromiso social congruente e importante.


Se dice que ya en inicios de los 60s, el Tïvoli había caído en decadencia y casi era desnudo total. Sus bailarinas usaban un leve trozo de tela que apenas cubría el llamado monte de Venus. En esos convulsos 60s, desapareció antes el Follies Bergere, en las proximidades de la Plaza Garibaldi, que junto con el Tívoli fueron de los últimos recintos del burlesque de la Ciudad de México.


Muchos de los argumentos del regente de la ciudad, así como de las autoridades federales era que esos sitios, daban mal aspecto a la ciudad y convertían sus calles en zonas de peligrosidad, vicio y delincuencia, (nunca más claro su doble moral, dado que en realidad los intereses eran económicos para comercializar la zona y explotar bien lo que era ya la parte chaira del Paseo de la Reforma, pero que representaba muy buenos negocios para las elites económicas.


Al quedar menos de estos “gloriosos” espacios de público masculino, el cine abrió sus puertas al burlesque con el llamado género de ficheras muy popular en el país en las décadas de 1970 y 1980, y dio una connotación a la figura de la mujer desnuda más oscura e indeseable, y la relacionó con el crimen y la prostitución de un modo más decadente y vulgar.


Así, en 1974, Alberto Isaac, agregó en su película “Tivoli” la historia de la demolición del teatro y sus ácidas críticas al regente Uruchurtu, miembro del PRI y Regente del Departamento del Distrito Federal durante 14 años, (1952-1966), desde Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos hasta Gustavo Díaz Ordaz.


En este film salían el ahora director Alfonso Arau, como actor, Pancho Córdoba, Lyn May y la ya finadita, Carmen Salinas y en alguna de sus escenas se aprecia como el pico de Don Ernesto (Uruchurtu o el mismo Ingeniero Luis Ángeles), interpretado por Ernesto Gómez Cruz) hacía de las suyas durante la demolición, ante la desesperación de los actores que se quedarían sin trabajo.


Vemos la interminable burocracia y abuso de poder del sistema político mexicano, en una escena memorable, donde los actores del teatro (entre ellos Arau y Lyn May) visitan la delegación para exponer sus quejas y son invitados a pasar por varios pasillos del inmueble, haciendo lobbing, para volverlos a sacar literalmente a la vil calle.


A pesar de las armas de seducción de Lyn May (Eva Candela) quien termina de amante del regente, el Tívoli es finalmente derruido, tal como ocurrió en noviembre de 1963.


Así pues, en los primeros años de los 60s, se va uno de los últimos reductos del género burlesque de la oferta de entretenimiento citadino. Un género que vino de la decadencia del teatro de revista en México, de la carpa y que iniciara por primera vez en el Teatro Tívoli.

Después de todo, fue la oportunidad de negocio que los empresarios de espectáculos vieron ante el declive del público asistente al teatro. Pues ya no había más star system del cine mexicano, de la talla de Emilio Tuero, Pedro Infante o Los Panchos, que fueran las delicias del Tívoli, en su época dorada, así los desnudos vinieron a llenar ese vacío.


En este link vemos la película “Tívoli” completa https://www.facebook.com/watch/?v=619386095597502



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