Nada nuevo en occidente/ Sin novedad en el frente
Es una superproducción antibélica con excelsa fotografía, adaptación, dirección y montaje, que muestra los horrores de las trincheras (de la Primera Guerra Mundial) y la pérdida de la inocencia, el romanticismo o la ilusión de un joven que por ser patriota y jugar al héroe, enfrenta una realidad que termina por volverlo insensible y hasta cruel.
Está basada en la novela de Erich María Remarque que narra la guerra desde la óptica de un joven soldado, que ya es un clásico antibelicista de la literatura mundial y que fue muy bien adaptada para este film.
Pocas veces la versión de cine mejora o reproduce al original en narrativa, la película lo logra, con mucha crudeza, pero a la vez delicadeza y emotividad que conmueve lo mismo que indigna. Es cruel, devastadora y desesperanzadora como la misma guerra.
A pesar de ser una obra en alemán no se había hecho en cine una versión en su idioma original. En el pasado hubo dos versiones cinematográficas americanas en 1930 y 1979 en las que no ahondaré, salvo decir que fueron conservadoras y prudentes; en esta versión el guionista se atreve a hablar sin culpa y sin pena y asume el tremendo fracaso que fue esta guerra para Alemania y las repercusiones en su interior y exterior como nación derrotada, que incluso le llevó a la Segunda Gran Guerra Mundial.
Este tema de la pérdida de la inocencia, o la ilusión, el desencanto al hacerse adulto y dejar la adolescencia es el gran insight de esta cinta, contada de un modo bastante crudo y desalentador.
Los soldados en acción salen hasta con el cerebro embarrado de lodo, mugre y sangre, que ya no podemos identificarlos ni distinguirlos; vemos un desfile de desmembrados sangrantes y hasta un pedazo de sardo (no precisamente de Cerdeña) colgado de un árbol.
El principio del placer freudiano que da paso al principio de realidad o displacer no sucede en un proceso psíquico normal para estos adolescentes, sino de un putazo en plena trinchera. Estos chicos qué con toda la ilusión, propia de su juventud, se alistaron al ejército alemán, por mucho disuadidos por un maestro de su escuela, y por la búsqueda de sentido de pertenencia e identidad para “hacerse hombres”, se imaginaban entrando a París llenos de gloria y ligándose bellas francesitas. A cambio de eso, cuando llegan al norte de Francia, poco a poco van viviendo una gran decepción y enfrentan la realidad más cruda y criminal de la guerra.
Al inicio de la peli los soldados notan que las etiquetas de los uniformes que les han dado tienen mal los nombres, no sospechan que están en medio de una maquinaria industrial de guerra, que medio lava los uniformes de los muertos y los recicla en chinga, que no da ni tiempo de cambiar las costuras y ponerlas correctamente para el nuevo soldadito iluso.
Este detalle es un gran símbolo de lo que vendrá, pues les venden una vil mentira de que todo está bien. Al inicio tienen suministros, cigarros, ciertas comodidades, e ignoran que literalmente los mandaron a la guerra como carne de cañón, con fusil, pero a una guerra eminentemente ya perdida por parte de Alemania, que insiste en mantenerse al frente, con la única novedad de una muerte segura.
Al ir avanzando en esta guerra por demás pendeja y sin sentido (como todas las guerras) el público se cuestiona y piensa acerca del verdadero fin de la guerra, el precio que se paga, en todos los sentidos, pero sobre todo en el sacrificio de su gente, en su mayoría inocentes y cándidos jovencitos, por un nacionalismo, un ideal o un orgullo patriotero estúpido y bastante banal.
Especialmente, cuando pierdes tu idealismo y tu inocencia por decisiones que nada tienen que ver con lo patriótico o histórico de tu país, sino por la necedad de quienes dirigen y hacen la guerra y para quienes la guerra es ya una obsesión, capricho, venganza o el mero orgullo herido, sabiendo que ya todo está perdido, no hay que olvidar que Alemania perdió las dos Guerras Mundiales y se aferró hasta el último momento.
El general Friedrich (Devid Striesow) su orgullo y necedad por mantener una guerra más que perdida, nos recuerda a Hitler en la Segunda Guerra o a Jack Kennedy, Lyndon B. Johnson y Nixon en Vietnam en los 60s, en esa perversa manía de sostener su ego, en esos minutos trágicos antes de que termine una guerra, y mientras, permiten que sigan muriendo inocentes y perdiéndose sueños e ilusiones
La parte opuesta a Friedrich como trama paralela del film, es Matthias Erzberger (Daniel Brühl), nada menos que el Frederick Zoller, el gran héroe de la Segunda Guerra Mundial de Goebbels en Inglourious Basterds de Tarantino (2009) quien quiere terminar la guerra y firmar la paz y busca un armisticio en la que los franceses exigen la rendición total y dan 72 horas para firmar, al que Friedich se opone.
Pero en ese impase, el protagonista Paul (Felix Cammerer) con Katczinsky (Albrecht Schuch, nominado a BAFTA a mejor actor de reparto y Tjaden (Edin Hasanovic), viven el gran final de la peli, mientras disfrutan momentos de calma, Tjaden, lesionado y horrorizado, se suicida, y Katczinsky es asesinado por el hijo de un campesino francés al que intentan robar un ganso. Firmado el armisticio y a falta de un par de horas para la entrada en vigor del cese de hostilidades, el general Friedrich ordena un último ataque, en el que muere Paul. (Pero qué necesidad dijera el finadito Juan Gabriel).
Y aquí es uno de los momentos más sublimes de la novela, y que está bien puesto en el guion, irónicamente, justo antes de acabarse la guerra, después de que Paul es herido de muerte "en un día tan tranquilo y calmado, el informe del ejército se limita a la frase: “sin novedad en el frente". Este es el momento en el que el espectador aúlla.
Quizá lo más bello de la experiencia bélica de estos jóvenes que se cuenta en esta película, sea que también es una historia sobre la amistad y el compañerismo entre jóvenes en busca de su identidad y qué mayor orgullo que buscarla sirviendo a su patria. Esa ilusión e inocencia antes de ser rota, antes de ser manchada y violentada del modo más vil por la guerra, de los voluntarios en su participación (sabemos que también pierden inocencia y candor, niños y civiles sin deberla ni temerla como en Ucrania o Siria, por citar ejemplos actuales).
Esta cinta es la única nominada en habla no inglesa, Nos recuerda a 1917 (Film de 2019 ganador de Globo de Oro y BAFTA a mejor película) y a Born on the Fourth of July (1989) por la que Tom Cruise ganó el Oscar a mejor actor. Es de admirar que Hollywood reconozca tanto en una cinta alemana no sólo por el idioma sino por su pasado histórico-ideológico con la nación teutona y precisamente con temas bélicos en el siglo XX.
Im Westen nichts Neues tiene 9 nominaciones al Oscar: mejor película, mejor película extranjera, mejor guion adaptado, fotografía, efectos visuales, banda sonora, maquillaje y peinados, diseño de producción y sonido.
En los Golden Globes estuvo nominada solo a mejor película en lengua no inglesa igual que en los Critics Choice Awards.
Pero en los BAFTA destacó por mucho en nominaciones y premios: ganó 7 premios de la Academia Británica: mejor película y mejor película de habla no inglesa, mejor director, mejor guion adaptado, mejor fotografía, mejor música, mejor sonido, y nominada a efectos visuales, mejor actor de reparto, diseño de producción, diseño de vestuario, mejor montaje, mejor casting, maquillaje y peluquería.
En los SAGS, no figuró ni en reparto de cine ni de actor o actriz principal o de reparto, estuvo prácticamente ausente.
Asumiendo que los BAFTA premian a lo british o a lo europeo en su mejor caso, esta peli tiene buenas posibilidades en la noche Oscarina, de ser la mejor película y tornar la gala en vez de china en germana. Lo que sí es muy seguro es que se lleve mejor guion adaptado, mejor película extranjera y posiblemente fotografía.
Aunque no es producción de Netflix, la podemos ver en esta plataforma, que de algún modo es su gallo para competir con Elvis de HBO y Everything Everywhere All at Onche de Prime. A ver qué novedad nos tiene el frente oscarino en Los Ángeles el próximo 12 de marzo.
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