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Foto del escritorjuaninchausteguic

La insoportable levedad del Oscar: # 7 "LICORICE PIZZA"

Cada vez más en los últimos años las nominaciones para premiar a lo mejor del cine por parte de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, mejor conocidos como Óscares, se ha convertido en un catálogo de la inclusión, la búsqueda de la diversidad, del pago de cuotas de minorías y marginalidades, de lo políticamente correcto y de todo lo necesario para recuperar el rating de su ceremonia (que también cada vez más pierde impacto) en vez de ser un verdadero reconocimiento y valoración al talento, el arte, la creatividad y los mejores desempeños histriónicos y narrativos del cine.


Este intento de colocar en la antesala del “And the Oscar goes to…” en su noche de gala, (que este año será el domingo 27 de marzo en su 94va edición) nos muestra lo que, a juicio de sus cerca de 9000 miembros, que se mantienen en secreto, es lo mejor acontecido en la industria del cine mundial durante el año anterior.


Cabe mencionar que, en este selecto y exclusivo grupo de miembros del jurado, sólo se puede pertenecer por invitación y si ya se ha ganado alguna de sus estatuillas (con forma del Indio Fernández) en cualquiera de sus categorías. Son en su mayoría actores, directores, productores, ejecutivos, directores y gente poderosa de la industria, en una red cada vez más mafiosa que ya no nos sorprende.


Después de todo, conocer a los nominados en febrero de cada año, o nos enoja, nos intriga o nos hace sentido, según sea nuestra relación con el cine, como público, críticos o simplemente como metiches, salidos o pretenciosos conocedores.


Tomando solo la categoría de Mejor Película de este 2022, encontramos 10 películas, que sea por su trama, su actuación, elenco, dirección, guion, whatever, pero sobre todo por la cobertura de lo esperado para ganar simpatías, audiencias y marketing que revisaré de manera leve sin dejar por eso de tener el peso insoportable del ser, que en esta industria ya es más del hacer o del deber ser. Se presenta cada día una de éstas películas hasta antes del 27 de este mes, intentaré ser lo menos spoileador posible (creo que no lo logro) y presentarlas en el orden en que según yo podrían ganar esta categoría:



7.- LICORICE PIZZA de Sara Murphy, Adam Somner y Paul Thomas Anderson.


Se diría demasiado experimental para una nominación al Oscar del “Hollywood” comercial y de gran taquilla.


Se antoja más un experimento personal de su escritor y director y que por el judaísmo imperante en Hollywood (y que vemos en su trama y elenco) se elevó al grado de ser nominada, frente a otras muy buenas y ausentes, como “La Casa Gucci” (Ridley Scott) ó “Los ojos de Tammy Faye” (Showalter) por la cual está nominada a mejor actriz la siempre bella Jessica Chastain, aunque para este personaje sacrificó mucho de ella.


Licorice Pizza es un film de nicho y habría que haber crecido en el sur de California para sentir más engagement, o esperar unos años a que se vuelva de culto, o a que los millennians la descubran como nuevo clásico del cine, que para nuestra Gen X fue el Hollywood Dorado.


Esa mafia judeo-hollywoodense tuvo mucho que ver para que la crítica la recibiera tan bien, pues ya haya sido multi-nominada: en el Oscar además de Mejor película, está por Mejor director, y Mejor guion original, tiene ya 3 premios del National Board of Review, incluyendo Mejor película, fue nombrada una de las mejores películas de 2021 por el American Film Institute, y recibió cuatro nominaciones en la 79.ª Edición de los Premios Globo de Oro, incluidas Mejor película - Comedia o musical, junto con ocho nominaciones en la 27.ª edición de los Premios de la Crítica Cinematográfica, incluyendo Mejor película y cinco nominaciones en el 75.ª edición de los Premios BAFTA.


Es otra de las historias del comming of age tan presente en estas nominaciones (a lado de Belfast, King Richard y CODA) y narra la historia de Alana Kane (Alana Hain, con una nariz muy judía) y Gary Valentine (Cooper Hoffman) -nada menos que el hijo del ya fallecido actor Philip Seymour Hoffman que ganara el Oscar a mejor actor en 2005 por interpretar a Truman Capote en la biopic “Capote”- mientras crecen y se enamoran en 1973 en el Valle de San Fernando, California.


Este romance entre un adolescente de 15 años, que juega al preppy setentero, un tanto engreído y muy inmaduro (como buen teenager) y que le gusta que “se la jalen” (literal y en sentido figurado, también como buen teenager) y una joven de 25 años que al igual que los de hoy, no sabe ni que quiere de la vida ni está muy dispuesta a hacer mucho para averiguarlo, nos plantea un juego de poder extraño, confundido de amor o de enamoramiento pero que termina con final feliz.


Para Gary puede ser sólo la dulzura y amargura del primer amor y para Alana el último tren para salir de su gris y ordinaria vida del barrio judío de Encino (California).


Después de varias decepciones, traiciones y caídas de veinte corren juntos agarrados de la mano como amantes de Verona. Un romance así, hoy sería denunciado y llevado a la Corte, no tema de película, por aquello del acoso sexual y la pedofilia en la industria del espectáculo y que nos acaba de revivir Sasha Sokol y Luis de Llano el Día de la Mujer.


Esta comedia dramática está escrita y dirigida por Paul Thomas Anderson ya conocido por sus nominaciones al Oscar por Phantom Thread (2018, Mejor película, Mejor director), There Will Be Blood (2008, Mejor director, Mejor película y Mejor guion adaptado), Inherent Vice (2015, Mejor guion adaptado), Magnolia (2000, Mejor guion original) y Boogie Nights (1998, Mejor guion original). Otro efecto de su nominación de 2022.


Está basada en una anécdota personal del director y otras historias que le contara su gran amigo Gary Goetzman, actor infantil setentero que hiciera película con Lucille Ball (a quien vemos en la película queriendo ahorcar al protagonista por darle un almohadazo en un show de tv) y terminara vendiendo camas de agua y dueño de un centro de juego de maquinitas y videojuegos en los 70s.


Esta historia, al menos en su primera hora de metraje funciona, después se cae. Pareciera que el protagonista pierde su periplo de hombre de negocios precoz y se comporta al fin, como lo que es, un adolescente; y la heroína, finalmente, quiere tomar en serio su vida y componer el mundo, siendo voluntaria para un candidato gay a alcalde de su localidad.


Y ahí, solo nos queda el afán de Anderson por recrearnos esos 70s maravillosos en los que él mismo creció y donde Licorice Pizza (que ni aparece) era el nombre de la antigua cadena de tiendas de discos en el sur de California y que fuera como su madalena de Proust o reflejo condicionado como los perros de Pavlov a su memoria involuntaria y sinestésica “de ser un niño y correr, con 'regaliz' y 'pizza' [...] que lo remite a esa época".


Eso salva a la película, la forma en que vemos los 70s como si fueran esos años o como los recordamos. Y que con muy buen acierto filmó en 35 mm, utilizando lentes más antiguos para crear la clásica textura de película setentera, que sólo falta que aparezca Susan Dey.


Tiene varias secuencias donde el protagonista adolescente corre por la calle o acompañado de Alana con muy buen soundtrack: “Life On Mars” de David Bowie, “Slip Away” de Clarence Carter o “Greensleeves” de Mason Williams. Después de todo la nostalgia vende, sea setentera u ochentera si no, pregúntenle a “Cobra Kai” (serie de 2018) que revive los melancólicos ochentas de los “Karate Kid” con los que crecimos muchos de los que estamos leyendo esto y varios de los directores nominados este 2022.


Si Hollywood es fiel a su judaísmo y a sus cuotas de lo alternativo e innovador, este experimento podría dar la sorpresa en el recinto Kodak el proximo domingo 27, pero más que nominada a mejor película pudo estarlo en Fotografía, porque es lo que mejor hace, devolvernos “Los años Maravillosos” de los 70s.


Trailer de la película




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