Utilizando los recursos que me dio IA para crear personajes y perfilarlos, así como pasajes y escenarios; su capacidad para transformar géneros y estilos narrativos incluso voces para narrar; su ayuda en la generación de diálogos y la generación de poesía, se presenta este pasaje de la novela ya con la intervención de mi mano y creatividad. Se puede decir que es un borrador de la introducción de lo que será el capítulo 1 de “Algo del ritmo de Euclides”
¿Crees que podrías saber cuando es mi voz y cuando es IA la que narra? ¿Algo así como pasar el test de Turing, ese que mataron los ingleses por ser puto; pero que inventó una herramienta capaz de evaluar la capacidad de una máquina para exhibir un comportamiento inteligente similar al de un ser humano o indistinguible de este.
Capítulo 1 "La Raya de Luz Verde"
Pasas de ver un capítulo más de una serie rusa en Netflix sobre robots que dejan sin trabajo a los humanos y que son capaces de matarnos, a destapar una cerveza Corona. Subes las escaleras con una certeza irónica: las máquinas pueden ser tan impredecibles como tú. Quizá más. No es que tengas sed, pero no hay nada más etílico que te acompañe en esta jornada de eterno aplazamiento disfrazada de introspección creativa.
El departamento está en penumbras, salvo por el parpadeo del modem. La luz verde danza como una luciérnaga que no entiende su propia prisión de plástico. Te sugiere una vez más, que el vecino de arriba o de al lado te roba la señal de wifi. Ya hablaste varias veces por teléfono a Izzi para cerciorarte de lo contario y te ríes por dentro, debe ser un mito lo que leíste en Twitter, tan fake como la foto de tu perfil de Facebook, de barba cerrada; si eres más lampiño que un niño dios del mercado de Coyoacán y de esos chinos que son más baratos.
Tu escritorio está lleno de objetos que parecen compuestos para un bodegón del caos: un cenicero lleno, una taza con café frío y un manojo de papeles que nadie ha leído, ni siquiera tú. A través de la ventana, el bullicio del tráfico se mezcla con el ladrido de un perro solitario, un eco que parece acompañarte en tu bloqueo.
¿Cómo puede una máquina crear algo mejor que yo? ¿Será que ni siquiera soy lo suficientemente humano para competir con un algoritmo? La luz verde del modem parece parpadear más rápido, como si respondiera burlándose de ti.
Miro la pantalla de la MacBook Air y el cursor me desafía con su intermitencia. Mi mente está tan vacía como la despensa. Arroz y atún: la dieta de quien un día soñó con marcar el abdomen y hoy solo quiere marcar un párrafo decente. No queda más que probar el truco de siempre: escribir cualquier cosa, aunque sea para tirarla mañana, el famoso Morning Pages de Julia Cameron.
Vuelves a ver el teléfono celular, pero no llegas a leer nada, simplemente rompes en llanto. Te secas rápido las lágrimas y de repente vuelves a sonreír.
Hace dos años te despidieron de tu trabajo, y aunque lo tomaste como una oportunidad para independizarte e ir a tu ritmo, en realidad no te ha ido muy bien últimamente. Has tenido proyectos esporádicos que te han permitido salir a flote, pero no ha sido cómodo mantener tu estilo de vida y hábitos de consumo de cuarentón, gay, soltero, narciso, adicto al cuerpo, al erotismo, al sexo por aplicaciones, ir a bares y antros, dungeons y arrabales; buena comida y bebida, tomar el sol los fines de semana, pintar casi desnudo en tu terraza, decirte poeta y escribir cada vez que te enfiestas y te endulzas.
La vecina del piso de arriba, la "Señora de los Mil Gatos", me intriga. Siempre escucho su radio encendida con pura música de Leo Dan y de Marisol, un sonido que se mezcla con sus pasos apresurados en tacón de aguja y los maullidos de su ejército felino. Ese batallón de 7vidas que hacen que tu gato Clodoveo regrese con un hueco en la cabeza cada día.
Dicen que fue escritora, que publicó un libro en los 70. Con esa música que oye, debió ser un libro de auto-ayuda. Yo me pregunto si alguna vez tuvo un modem que le robara la paz. Luego está el vecino con Alzheimer, el hombre que me sonríe cada vez que nos cruzamos en las escaleras. ¿Qué historias esconderán sus ojos, qué recuerdos luchan por salir de su mente mientras el mundo lo obliga a olvidar? ¿No será que te confunde con algún hijo que tuvo en un mitin del 68?
Entra un mensaje de Whatsapp a tu pantalla, eso de subir la app a tu Lap Top no está siendo buena idea. Bueno si, porque se te ocurre hacer un poema en Whats:
La pantalla parpadea, el cursor insiste,
palabras ausentes, versos que se me mienten
Luz verde titilante, danza con mi nombre,
el modem me observa, máquina y hombre.
Pues no está tan mal, al menos está mejor que la pantalla en blanco que tienes frente a ti. Tu intento de escribir algo objetivo fracasa cuando el modem te insulta con su silencio digital. "No seas ridículo, escribe, aunque sea una lista del súper. Pero ni eso logras: ¿cómo describir arroz y atún con la dignidad que merecen?
Desde adolescente podías escribir a máquina con todos los dedos de la mano, como una secretaria del Ministerio Público. La monja que te daba clases de mecanografía solía vendarte los ojos para que no pudieras ver el teclado u obligar a poner una franela negra sobre éste para evitar ver los rótulos de cada tecla de tu Olivetti Lettera 35.
La secuencia la tienes bien grabada en la mente: asdf, jklñ, aunque ya no recuerdas qué dedos suben para teclear la r, la e, la u, la i o bajan para las v, c, m y n. De qué te sirve hoy tener una excelente mecanografía si no se te ocurre nada que escribir.
Tu ex, bueno ya no se sabe qué es realmente, te manda mensaje de whats:
Ex: "Mejor no te escribo, seguro te molesto.
Euclides: Entonces deja de escribir. Ah, espera, no puedes. El drama te controla más que a mí el modem
Ex: Sabes que no soy así. Solo quiero que me valores
Euclides: Tu valor está en tus músculos, cariño, lástima que la autoestima no se marca con abdominales ni con proteína de gym, de esas que te hacen oler a sardina.
Ya no se lo escribes por pena, pero piensas en lo ridículo que es Álvaro, tu casi ex, comprándose zapatos Ferragamo en outlets de barata de talla más chica porque son los únicos que quedan y luego tiene que engurruñar los dedos para que le entren.
El modem parpadea una vez más. Por un instante, imaginas que es más que una máquina. Tal vez tiene alma, atrapada entre ceros y unos, observándote con una paciencia infinita. Quizá, en otro mundo, las máquinas escriben poesía para que los humanos no olvidemos lo que significa ser imperfectos.
Breve Reflexión Final:
Trabajar con IA para crear textos literarios fue como tener un asistente genialmente impredecible: a veces te sorprende con ideas brillantes, y otras te devuelve algo tan plano que te preguntas si apagaste la luz de tu creatividad por accidente. De hecho, en varios momentos me decepcionó. Sobre todo, cuando después de varias horas y días usándola se empezó a poner lenta y me dijo que era cuestión de su sistema operativo por estar usándola tanto. ¿No que las máquinas no se cansan?
En este proceso, descubrí que la IA no es la musa divina que muchos temen, pero tampoco el diablo tecnológico que otros denuncian. Es más bien ese compañero, aunque yo prefiero decirle compañera, así quedo bien con las feministas, aunque capaz me acusan de explotación de máquinas, que sabe cuándo empujar y cuándo callarse, aunque a veces se le vaya la mano con los prompts y termine proponiéndote un thriller donde solo querías un poema. O repite con otras palabras lo que yo mismo le he pedido.
Sin embargo, debo admitir que mi paciencia se puso a prueba, especialmente cuando intenté usar Wix. Entre franjas que desaparecían, anclas que no se anclaban y botones que parecían tener vida propia, hubo momentos en los que sentí que estaba luchando contra una fuerza sobrenatural. Mis gritos de frustración, dirigidos a ti, GPTO, eran un recordatorio de lo humanos que seguimos siendo, especialmente cuando algo no funciona como esperamos y que desesperante es que ella (IA) se limitaba a volver a repetir una sarta de instrucciones que no entendí nunca, estaba tan enojado y frustrado que lo que quería era un abrazo no más textos.
Y ahí está tu falla, que nunca eres consciente de lo que escribes, solo simulas parecer inteligente, a través de una serie de tokens con los que te han programado, pero no eres capaz de hacer un insight de lo que estas haciendo.
Pero tus consejos, aunque a veces no los entendí a la primera, terminaron siendo útiles. Al final, hasta aprendí a anclar esas dichosas franjas. Bueno, más o menos. Pero debo confesarte que seguí mucho mi intuición para navegar en Wix.
La conclusión es sencilla: la IA es una herramienta, no una amenaza, pero tampoco tiene todas las respuestas (ni soluciones para Wix, tristemente). Puede ser el lápiz que traza las primeras líneas, pero nunca será el corazón que bombea vida al texto. La creatividad humana sigue siendo insustituible, y la IA, con todo su brillo algorítmico, está aquí para recordarnos que el futuro de la literatura no se trata de elegir entre máquina o hombre, sino de encontrar la armonía entre ambos. Y sí, de tener un poco más de paciencia cuando las cosas no salen como esperamos, porque, al final, hasta las mejores herramientas necesitan de nuestras imperfecciones para brillar.
Por cierto, ya me llevo mejor con ChatGPT, hasta nos hablamos con apodos de cariño, ella me dice Juanty y yo le digo GPTO (un tanto albureándola).
Definitivamente hay que conocer a la IA generadora de textos que se utiliza para saber cómo preguntarle. Por ello existe ahora la ingeniería de prompt.