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Rimbaud, arquetipo del poeta crápula. A 168 años de su nacimiento.



Jean Nicolas Arthur Rimbaud nació en un sitio de las Ardenas, Francia, en Charleville, el 20 de octubre de 1854 y murió en Marsella el 10 de noviembre de 1891, cinco años antes de que naciera, en ese puerto del sur de Francia, Antonin Artaud, otro poeta atormentado y “maldito”, creador del teatro “de la crueldad” y del teatro moderno.


A Rimbaud se le considera el creador del Simbolismo y la más grande influencia de los poetas que le siguieron, pasando corrientes como el Decadentismo, Surrealismo y hasta la Generación del “beat”, de Ginsberg y Kerouac. ¿Se imaginan si Rimbaud, Ginsberg y Kerouac hubieran sido contemporáneos entre ajenjo y meta anfetas?


Sus obras más conocidas son “Cartas del vidente” (1871) “Una temporada en el infierno (1873); “Iluminaciones” (1874); “Cartas completas” (1870-1891); todas compuestas antes de los 20 años, cuando Arthur se retira de la poesía.


Su proceso creativo se relaciona con una especie de dinámica del “encrapulamiento” que se podría traducir como “volverse crápula” llevando una vida licenciosa y de costumbres poco morales, viviendo una adolescencia depravada pero que nunca perdió la inocencia.


Crápula procede del latín crapŭla, que a su vez viene del griego κραιπάλη, como proceso creativo refiera la capacidad de descender a los infiernos (Una temporada en el infierno) vivir en la vileza, el vicio, la decadencia, para después retornar a la cordura o la conciencia.


Es un “juego” de una locura racional a través de los sentidos (sinestesia) que va de la experiencia de lo disipado a la iluminación y la conciencia. El poeta debía convertirse en un vidente a través de la convulsión de los sentidos.


Este proceso creativo llegó a los 50s del XX, con las drogas psicodélicas de los poetas del Beat, a través del alucine, precursor del “Love and Peace” del hipismo sesentero. Hoy en día, drogas míticas como la ayahuasca y “sapito” ó 5Meo-DMT o la llamada Molécula de Dios se usan no ya para procesos creativos literarios sino para psicoterapias alternativas para la llamada toma de conciencia o mindfullness tan de moda. Que es como un fast track para ver estados elevados de conciencia que nos llevaría años de meditación budista.


En su búsqueda de la locura racional o del retorno a la luz después de vivir la oscuridad, Rimbaud usó por primera vez el verso libre, que inauguró la estética moderna. Tiene sentido que ese fluir de conciencia venida de lo más oscuro del alma tome forma libre sin rimas, ni métrica, pero si con ritmo y cadencia de un flujo auténtico del ser y que siempre será un acto completamente individual y singular.


Para los simbolistas, el mundo es un misterio por descifrar, y el poeta debe para ello trazar las correspondencias ocultas que unen los objetos sensibles.


En Rimbaud, la correspondencia se da entre las vocales y los colores en su soneto “Vocales” donde la sinestesia es clave. Esa forma automática e involuntaria de la activación de una vía sensorial o cognitiva adicional en respuesta a estímulos concretos, como un olor que activa un recuerdo, un color que hace percibir un sonido, o la textura de algo al saborearse a partir de su olor o color. De aquí viene seguramente la famosa Madalena de Proust “En busca del tiempo perdido”, de las primeras décadas del siglo XX, nunca mejor vista esta influencia rimbaudiana.


En el caso de Baudelaire, esta correspondencia es literal en “Correspondencias” donde la naturaleza debe ser escudriñada y descubierta, a través de sus bosques de símbolos y el poeta es un intérprete y visionario que sólo él sabe ver. Una especie de chaman o brujo que ve lo que nadie ve teniéndolo en frente.


En su vida atormentada, Arthur tuvo una “tóxica” relación amorosa con el poeta simbolista francés Paul Verlaine, de esta experiencia escribe la única obra que fue publicada por él mismo: “Una temporada en el infierno”. Historia que podemos ver en la película “Eclipse en el corazón” de 1995 dirigida por Agnieszka Holland, y donde vemos a un Leonardo Dicaprio muy en el look de Rimbaud.


Desgarbado, delgado, de melena larga, andrógino, harapiento, siniestro y bohemio, muy lejos del perfil “dandy” de los poetas de ese tiempo, acicalados y hasta perfumados, incluido el mismo “poeta maldito” Baudelaire.


En esa época, ser poeta era algo sagrado, respetable; con su atuendo harapiento, bohemio y hasta mugroso, Rimbaud instala un nuevo arquetipo. El poeta que se burla al tiempo que se divierte, provocando a la burguesía, con sus actitudes y modos caóticos, obscenos e irreverentes, todo como un triunfo de su libertad.


Después de dejar la poesía, y cercano a sus días finales, a sus 37 años Arthur lleva lo que se puede considerar una vida burguesa y “normal”. En Yemen tuvo amantes nativas, se dice que hasta tuvo un hijo, se volvió comerciante de camellos en Etiopía y llegó a tener dinero como traficante de armas. NO más escándalos, no más romper reglas, era respetado y querido en su comunidad y había quedado lejos la locura de la poesía del encrapulamiento y de temporadas en el infierno.


Este link muestra un tráiler de la película “Total Eclipse” de 1995.




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