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Foto del escritorjuaninchausteguic

SAN ANTONIO ARQUETIPO DEL MONJE

El 17 de enero es el día de San Antonio Abad, patrono de los animales y de sepultureros, fecha en la que murió en su natal Egipto en el año 356.


Fue un monje cristiano, fundador del movimiento eremítico. En el cristianismo, la vida eremítica tiene por finalidad alcanzar una relación con Dios que se considera más perfecta, a partir del ascetismo, la penitencia, el alejamiento del mundo urbano y la ruptura con él y resalta el silencio, la oración, el trabajo y, en ocasiones, la itinerancia.


La itinerancia (ahora más popular en las TICs por referirse al roaming de los celulares, en inglés) en religión ser refiere al llamado a abandonar un lugar determinado, a romper su lazo de unión a un mundo físico o geográfico, para ponerse en camino e ir más allá. La itinerancia está tomada aquí en su acepción geográfica, física.


Se dice que, a los 20 años de edad, San Antonio vendió todas sus posesiones, entregó su dinero a los pobres y que se retiró a vivir a una comunidad local, durmiendo en una cueva sepulcral y teniendo una vida ascética.


Su fama como ermitaño le trajo numerosos discípulos que organizó en grupos. Es por eso que se le considera el padre de la vida monacal cristiana (es decir, el creador de la figura del “monje”).


Aunque tuviera estos grupos organizados, él prefería la vida solitaria, por lo que se retiró al monte Colzim cerca del Mar Rojo (en Egipto, donde nació) y solo abandonó su retiro para visitar Alejandría en el año 311 y predicar en contra del arrianismo. El arrianismo es la creencia cristiana no trinitaria, es decir, niega el misterio de la Santísima Trinidad.


La vida de San Antonio Abad ha trascendido por la obra de San Atanasio, quien lo describe como un hombre que crece en santidad y lo convierte en modelo de piedad cristiana. También figura en el Calendario de Santos Luterano.


Antonio fue reiteradamente tentado por el demonio en el desierto. La tentación de San Antonio se volvió un tema favorito de la iconografía cristiana, representado por numerosos pintores de importancia. De estas tentaciones se desprende una tradicional oración del santo.


¿Pero, por qué es el patrono de los animales? En realidad, es más arquetípico su rol como monje ermitaño, el abad, y su relación con los enfermos mendigos. Es más simbólico y representativo del paradigma del monje en el imaginario cristiano y es donde más destaca y por lo que se diferencia de otros santos.


En el texto que hizo san Jerónimo sobre la vida de Pablo “el ermitaño” se cuenta que Antonio fue a visitarlo en su edad madura y lo dirigió en la vida monástica. Un cuervo que traía diariamente un pan a Pablo recibió al abad trayéndole un pan también a él. Cuando murió Pablo, Antonio lo enterró con la ayuda de dos leones y otros animales.


Es por eso que es el patrón de los animales y de los sepultureros. Tal vez la Iglesia en su repartición de repertorio asignado a cada santo y la agenda que establece en sus fieles, le haya quitado mucho de su valor y simbolismo como arquetipo del monje y su relación con los enfermos mendigos que no son atendidos por nadie.


En su iconografía, se representa a San Antonio Abad como un anciano con el hábito de la orden (negro oscuro de los Antonianos o Caballeros del Hospital de San Antonio u Hospitalarios) y con un cerdo a sus pies. Muchos artistas han tomado este tema para sus obras; uno de los trabajos pictóricos más conocidos es el Tríptico de las tentaciones de San Antonio, pintada por Hieronymus Bosch.


También lo representó en un cuadro en el Museo del Prado, Madrid. En 1947, Diego Rivera pintó una obra también titulada Las tentaciones de San Antonio, al igual que Paul Cézanne y Jan Wellens de Cock, entre otros varios artistas. El pintor español Salvador Dalí pintó un cuadro llamado La tentación de San Antonio, que marcaba su entrada a una nueva etapa de misticismo religioso, del pintor.


San Antonio tenía un símbolo que lo distinguió por muchos años: la cruz de San Antón o cruz de Tau. Esta cruz tiene la forma de letra “T”. El nombre de esta letra en griego es Tau, por eso también se le conoce con ese nombre.


Se dice que alcanzó los 105 años de edad y que dio orden de que sus restos reposasen a su muerte en una tumba anónima. Sin embargo, alrededor del año 561 sus reliquias fueron llevadas a Alejandría, donde fueron veneradas hasta alrededor del siglo XII, cuando fueron trasladadas a Constantinopla.


La Orden de los Caballeros del Hospital de San Antonio, conocidos como Hospitalarios, fundada por esas fechas, se puso bajo su advocación. La orden de los antonianos se ha especializado desde el principio en la atención y cuidado de enfermos con dolencias contagiosas: peste, lepra, sarna, enfermedades venéreas y sobre todo el ergotismo, llamado también fuego de san Antón o fuego sacro o culebrilla (intoxicación por alimentos contaminados).


Se establecieron en varios puntos del Camino de Santiago, a las afueras de las ciudades, donde atendían a los peregrinos afectados. El hábito de la orden es una túnica de sayal con capuchón y llevan siempre una cruz en forma de tau, como la de los templarios.


Durante la Edad Media además tenían la costumbre de dejar sus cerdos sueltos por las calles para que la gente les alimentara. Su carne se destinaba a los hospitales o se vendía para recaudar dinero para la atención de los enfermos.


En fechas de pandemia de Covid 19, San Antonio Abad no fue ni ha sido el más socorrido para encomendar milagros y hacerle oraciones, ya que se relaciona más con la vida monástica y de retiro espiritual y con las mascotas, sin embargo, su relación con los enfermos, las pestes, la lepra y otras intoxicaciones le viene desde la edad media.


No confundir con el San Antonio (de Padua) que ponen de cabeza las soteras para pescar novio o marido, este es el San Antonio del Metro (Estación San Antonio Abad).


Los Hospitalarios o Caballeros del Hospital de San Antonio, eran voluntarios comprometidos con abrir hospitales para acoger y curar a enfermos mendigos que no tenían quien les atendiera y cuidara gratuitamente. Esta imagen vino muy a tono con la pandemia de covid 19.


Durante los picos de la pandemia se requirieron cada vez más y más hospitales, pues su capacidad fue rebasada. Estos estaban llenos de enfermos que además de librar una enfermedad mortal, vivieron un trance doloroso y oscuro sin la presencia física de sus seres queridos cerca, dada la cada vez más alta contagiosidad del virus en su momento.


In memorian de las víctimas de esta pandemia que ya no están o los que aún padecen secuelas o sean enfermos graves de covid hoy, recemos la oración de San Antonio Abad, al ser tentado en el desierto: “Señor Dios nuestro que llamaste al desierto a San Antonio Abad para que te sirviera con una vida santa, concédenos por su intersección, que sepamos negarnos a nosotros mismos para amarte a ti siempre sobre todas las cosas. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén”.


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