¿Cómo te sentirías si en toda tu vida, tu opinión jamás hubiera sido tomada en cuenta? Seas hombre o mujer, pero más si eres mujer.
Esa gran pregunta la lanza una de 8 mujeres, al único hombre que participa en sus reuniones clandestinas en la que debaten algo que determinará su futuro: ¿Deben perdonar como lo dicta su religión? ¿Quedarse y pelear? ¿O marcharse para siempre y lejos del único mundo que conocen?
El dilema por el que Ellas Hablan es que en su remota colonia menonita, éstas mujeres han sido sistemáticamente drogadas y violadas durante años mientras dormían y no sólo éstas 8, sino a todas las de su comunidad. Y por si fuera poco, su misma comunidad quiere hacerles creer que los moretones, las heridas, la sangre y dolor en sus genitales, con los que amanecían cada mañana, eran cosa de su imaginación, o peor aún, obra del diablo, que las castigaba por sus pecados.
Los violadores no fueron extraños o maleantes de afuera, sino hombres de su propia colonia: eran sus tíos, esposos, hermanos o vecinos que por el momento han sido detenidos, pero en unos días saldrán libres bajo fianza, quizá hasta exonerados, y volverán a casa.
Este es el tema de esta película, que está basada en la novela ELLAS HABLAN de Miriam Toews, escritora y actriz de cine canadiense de ascendencia menonita y publicada en 2020.
Es la única cinta nominada a mejor película dirigida por una mujer, Sarah Polley, quien también es la guionista y está nominada a mejor guion adaptado, lo remarco por aquello de lo inclusivo, la visibilidad y demás cuotas de minorías que la Academia nomina y a veces premia.
Así pues, Women Talking es otra nominada en la línea de cuota de género y la violencia de género. Es un drama feminista, escrito, dirigido y actuado por mujeres. Con acting y producción de la Ofelia Medina gringa, Frances McDorman (que ya es bandera del feminismo en Hollywood).
Sin minimizar el tema de violencia de género tan grave que se ve aquí, es un film sobre el perdón, la fe, los sistemas de poder, los traumas, la sanación, la culpabilidad, la comunidad y la autodeterminación.
Si estas mujeres no perdonan y culpan a los hombres deben salir de su comunidad y dejar de pertenecer al único mundo para el que fueron educadas y criadas, pueden perder la identidad, su sentido de vida, representa su muerte social, económica y familiar, como mujeres, madres, hermanas etc y dejan de cumplir lo que Dios y los demás esperan de ellas.
Si estas mujeres hablando, deciden perdonar a sus agresores, lo más seguro es que éstos lo sigan haciendo, y se normalice esta violencia y su rol y condición muy por debajo de los hombres y se continúe educando a sus hijos varones y mujeres en la misma línea.
Y si estas mujeres hablando, deciden quedarse y pelear, lo más seguro es que terminen muertas y que la violencia continúe y hasta se justifique que murieron por desobedecer a Dios, o por la locura de su imaginación de sus pecados cometidos.
Por mucho que spoitleo no diré qué decisión es la que toman para que vayan a verla, pues apenas se estrenó el 2 de marzo en México.
Debo confesar que cuando la vi el viernes pasado, a pesar de lo cómodo del Cinépolis VIP Oasis y la grata compañía, viví una experiencia bastante incómoda, entre nudo en la garganta, desaliento, dudas, cómo que me faltó algo, no sé si de la película o de mi postura ante estos temas, que hasta pesadillas tuve. Y no piensen que mamón por lo VIP, es que no estaba en formato estándar cerca de mis rumbos.
Y es que Ellas Hablan es de esas pelis que no te dan tregua, no dejan respiro, van en crescendo hasta el climax para caer en un desenlace, que da cierta paz, pero deja más intranquilidad y desasosiego y que bueno, porque es el único modo en que la violencia hacia las mujeres termine.
Y eso, pese a cierto sentido del humor que se manejan en las charlas clandestinas de estas mujeres, unas ancianas, otras jóvenes, hasta niñas, cada una de ellas con una postura muy singular y genuina. Van tomando la palabra y comparten entre ellas y a nosotros como público sus miedos, deseos y esperanzas.
En esas reuniones, el único hombre presente es August (Ben Wishaw) actor abiertamente homosexual que vimos de Grenouille en El Perfume (2006) y de novio de La Chica Danesa (2015) y que de manera muy simbólica sólo está para tomar notas y hacer la minuta de las juntas, sin poder hablar y opinar.
Es el único instruido, incluso universitario, y si las mujeres deciden irse, él se quedará a enseñar a los demás, sobre todo a los niños y adolescentes. A pesar de que ama a la protagonista Salomé, quien lidera el grupo de mujeres y porque además es lo que espera su comunidad que debe hacer.
Y es que éstas mujeres son totalmente analfabetas y no saben leer ni escribir, no tienen la menor instrucción escolar, bueno ni un mapa saben leer. Tanto que, para votar por alguna de sus tres opciones, deben tachar con una cruz sobre el dibujo que representa la escena de la acción ya sea de irse, quedarse y pelear o perdonar (signos) que no signo lingüístico.
Y no entraré en discusiones profundas Saussureanas de un significante que evoca en nosotros el significado correspondiente, es decir, la idea y si pensamos en algún objeto en concreto, y en una determinada lengua en que se encuentra ligado nuestro pensamiento, es la imagen acústica y motriz, la que surge en nuestro espíritu.
Y es ahí donde entraron mis dudas, si el lenguaje que nos enseñan en la escuela nos ayuda a pensar y verbalizar lo que queremos expresar de nuestros deseos y sentimientos ¿Qué pasa si eres analfabeto? ¿Es qué un no educado puede verbalizar del modo tan racional en el que siento lo hacen estas mujeres en sus diálogos? ¿O es también misoginia pensar que no son capaces de traducir sus emociones y sentimientos por el mero hecho de no saber leer ni escribir? Y ahí es donde creo que el guion no está tan bien adaptado.
En el desarrollo de la película se tiene la sensación de que esta historia es de época y pudo ocurrir hace un siglo o más, por la tradicional forma de vida de los menonitas, su forma característica de vestir, y tan lejos de la tecnología y la modernidad; incluso en muchos momentos sentí texturas visuales lorquianas de la Casa de Bernarda Alba por la oscuridad (que puede ser recurso de la directora para hacerlo más íntimo y velado a los ojos del mundo) pero también por los roles de complicidad, solidaridad y enfrentamiento entre mujeres.
Pero en la trama sabemos que estamos en el 2010 cuando un sonidero en una camioneta aparece anunciando a la comunidad que salgan y se empadronen en el censo nacional que se está llevando a cabo ese año.
Ahí es más la consternación, pues esto ocurrió hace un poco más de 10 años en pleno siglo XX; y en sus debates vemos que si estas mujeres se van lo harán más movidas por su fe, más que por una verdadera toma de conciencia, porque irse no es salvarse, sino de dejar que los hombres dejen de caer en la tentación y sigan haciendo lo que les hacían, es un modo de liberarnos del mal y de hacer lo que Dios quisiera.
Ese impase, de días y horas, pues los hombres pronto van a volver a la comunidad, nos tiene en ascuas, tanto que a pesar de lo cómodo del sillón VIP yo no estaba desparramado sino sentado como en un velorio o esperando un dictamen del jurado en la corte.
Es interesante y bastante desgastante ver que en cada junta la que ya estaba decidida a irse ahora es la que argumenta por quedarse en busca de tener eco y convencer a las demás y la que dudaba en irse ahora es la más convencida de largarse y romper con su destino y no dejar de lado la posibilidad de quedarse, pero para luchar y defenderse.
Es divertido ver que August es ninguneado y callado varias veces por estas mujeres, hasta reírse de él por tomar nota exageradamente de todo. Pero sobre todo no saber qué contestar cuando una de ellas le pregunta lo que dije al inicio de este texto.
No es fácil contestar cuando has vivido justamente todo lo contrario y has sido tomando en cuenta para todo y opinado de todo (y no precisamente bien o de modo respetable e inteligente). Porque simplemente no te cuestionas lo que das por hecho que así debe ser, como no cuestionas las manifestaciones cotidianas donde las mujeres no son tomadas en cuenta, o que su opinión valga poco o nada, o tirarlas a locas, histéricas y desquiciadas, o que veas tan normal que sean insultadas, golpeadas, violentadas de múltiples maneras hasta ser asesinadas.
Women Talking fue nominada en los Golden Globes a mejor banda sonora y mejor guion adaptado. En los Critics Choice Awards estuvo nominada a mejor película, mejor dirección, mejor reparto, mejor actriz de reparto (Jessie Buckley), mejor guion adaptado y mejor banda sonora.
En los SAGs fue nominada a mejor reparto de cine en drama. En BAFTA brilló por su ausencia en las nominaciones, ni siquiera en guion adaptado, que ha sido consistente en otras nominaciones a los premios más importantes de cine.
Tal vez que sus diálogos si están demasiado racionalizados (sin ser panfletarios) para personajes femeninos que no han sido educadas y son prácticamente ignorantes y sujetas de su condición de sometimiento y subordinación donde no tienen voz ni voto. Porque el acting es muy bueno, ellas están excelentes, pero algo pasa que no termina de bajar del texto al sentimiento y la emoción, o será que la indignación es tanta que no permite te conectes emocionalmente en onda lágrima y catarsis, y no da tiempo para eso, si esa es su intención no sólo está bien escrita sino muy bien dirigida.
Espero sus comentarios sobre todo en vísperas del Día Internacional de la mujer el próximo miércoles 8 de marzo y el país se empieza a poner morado, y hablo de las camisetas, aunque también de la asfixia en que va el país.
Y cierro comentando sobre el título de esta película, ya que no es lo mismo Ellas Hablan que Women Talking (Mujeres hablan o hablando), el genérico women y en gerundio amplia y vuelve más permanente la voz de las mujeres. Ellas Hablan suena un tanto peyorativo y asociarse a Ellas chismorrean o Ellas Hablan de la gente o dicen de la gente, suena al típico “dicen” de los chismes de pueblo o de comunidades remotas. ¿Qué dicen al respecto?
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